viernes, 14 de septiembre de 2007

LA REPRESIÓN FUE BRUTAL EN CHIPIONA TRAS EL ALZAMIENTO DE 1936. -





















Entre el 18 de julio y 8 de diciembre fueron asesinadas unas 30 personas que no había cometido ningún delito.-


Envidias, celos, deudas, ser de izquierdas o fiel a la República, motivos para morir fusilado en una cuneta o represaliado por el régimen.-


Por Juan Mellado


La nueva corporación chipionera, a propuesta de los familiares de las víctimas, va a proceder a intentar recuperar los cuerpos de todos aquellos chipioneros que murieron asesinados durante los primeros meses del llamado Alzamiento Nacional. Esta reivindicación y recuperación no tiene ningún ánimo revanchista sino solamente dar descanso y sepultura dignas a todos aquellos que dieron su vida por defender sus ideales. En Chipiona entre el 18 de julio de 1936 y el 8 de diciembre del mismo año, las fuerzas represoras y algunos paisanos afines ejecutaron a una treintena de personas. Entre las causas de estos crímenes, ejecuciones por fusilamiento sin ningún tipo de juicio, figuran envidias y celos, ya sea por motivos económicos u amorosos, saldar la deuda por parte del deudor, ser de izquierdas o simplemente fiel a la República. Las matanzas pararon el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada, fecha en la que significativamente fusilaron a 8 personas para hacerlo coincidir con tal efeméride.


En el caso de Chipiona, la represión brutal ejercida sobre esta treintena de ciudadanos no tenía sentido. Cabe recordar que en los años de gobierno de ayuntamientos de la República no se ejerció ninguna represión contra personas o funcionarios públicos, no se mató a nadie e incluso la Comisión Gestora presidida por Manuel Miranda de Sardi evitó que ningún exaltado quemase o asaltase el Santuario de Regla o la parroquia, algo habitual por otros pagos. La misma Comisión aprobó no represaliar a ningún funcionario a pesar de haber recibido escrito de algunos ciudadanos que pedían depurar responsabilidades. Esta Comisión, en su inocencia, dejó en manos del Gobierno Civil la potestad de desarmar a aquellos ciudadanos que poseían armas de fuego y que luego fueron usadas para matarlos.


Los tiempos de la República fueron convulsos y como todo tiene un antecedente, en 1934 una huelga de trabajadores del gremio de panaderías generó unos disturbios que desembocaron en la muerte de dos obreros. Ese día, el cuatro de abril del señalado año, el Director General de la Guardia Civil, el general Miguel Cabanellas realizaba una visita a la ciudad de Jerez de la Frontera. Enterado de los hechos ocurridos en Chipiona, se personó in sito a la puerta del cuartel de carabineros, ubicado en la calle Cemento, donde aún yacían los cuerpos de los dos infortunados. Al bajar del coche oficial se dirigió al teniente de carabineros y con tono respetuoso pero enérgico le dijo, “no es justo matar a obreros”. Este mismo general apoyó luego el golpe de 1936 pero al sentirse engañado no aprobó la jefatura de Francisco Franco. Cuando murió, el generalísimo ordenó la confiscación del archivo de Miguel Cabanellas. El año 1936 arranca en Chipiona con la constitución de una nueva Comisión Gestora nombrada por el Gobierno Civil y de la que sale elegido presidente Manuel Miranda de Sardi. Éste y la mayoría de miembros de la Comisión fueron luego fusilados tras el 18 de julio. Entre las “maldades” cometidas por esta Comisión y que les llevaría posteriormente a la muerte figuran el cambio de denominación de algunas calles, festividad local, o la adhesión al Anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Andalucía, aprobado esto último por unanimidad el 30 de junio. Entre enero y julio de este año se suceden algunos incidentes callejeros protagonizados entre fascistas y comunistas que se saldan solamente con heridos. Como curiosidad cabe destacar que un joven de 16 años, José Mellado Domenech, denuncia por escrito a seis individuos por “provocación contra el régimen establecido, el cual está obligado a defender”, según consta en el documento. Este y otros actos en defensa de la República le costarán luego la cárcel y la persecución junto con el líder sindical Cosme Mellado Caro, peripecias que merecen trato aparte. Tras los sucesos en el ámbito nacional del 18 de julio, el día 20 es convocada en reunión extraordinaria la Comisión Gestora que preside Miranda de Sardi, pero no es éste quien la reúne. Se trata de una convocatoria hecha a las 9 de la mañana con carácter urgentísima realizada por el teniente de carabineros en calidad de Comandante Militar de la Villa y en virtud de la declaración del estado de guerra. Allí el teniente de carabineros comunica los presentes el cese de la Comisión y el nombramiento de otra nueva que preside a partir de ese momento el maestro Miguel Romero López. Cabe resaltar que en la constitución de la nueva Comisión realizada unas horas después, a las doce de la mañana, el mismo Romero presenta su dimisión abrumado por el cargo, pero ésta no es aceptada. No figura en las actas qué ocurre con lo componentes de la anterior Comisión Gestora pero el notario que es la historia demostró que la mayoría fueron posteriormente fusilados o represaliados los que lograron vivir. La lista de desaparecidos en las numerosas “sacas” de sus domicilios o de la cárcel alcanza la treintena. La memoria de uno de los represaliados y al que los sublevados asesinaron a su padre, Narciso Montalbán, acierta a decir algunos nombres de desaparecidos, un buen número de ellos de lo que no se han encontrado sus cuerpos y otros que reposan por haber sido recogidos por sus familiares en el momento de su muerte. Ya ancianos, Narciso Montalbán y José Mellado, antiguos líderes comunistas confían en que se ponga en pié la historia de estos sucesos lamentables. Poco a poco la historia va dejando las cosas en su sitio. La democracia permitió en 1979 que el líder sindical Cosme Mellado participase en el gobierno de la localidad y tras las nuevas elecciones locales. Posteriormente y tras su fallecimiento una plaza en Chipiona figura con su nombre y un busto la preside.-


La lista de los desaparecidos y sus maldades cometidas.-
- Antonio Rey Lora, conocido como Antonio Iglesias. Concejal de Izquierda Republicana. Fue fusilado en Sanlúcar de Barrameda y enterrado en una fosa común en la zona denominada de Cuesta Blanca. Un nieto suyo, José Manuel Rey, es concejal del Ayuntamiento de Chipiona por el Partido Andalucista y está comprometido con la recuperación de la memoria histórica.
- Alfonso Montalbán Monge. Concejal y padre de Narciso Montalbán, conocido hombre de izquierdas represaliado. Una nieta suya, Ildefonsa Montalbán, fue concejal por el PCE en la reinstaurada democracia.
- Francisco Montalbán. Conocido como Panchito, fue fusilado en Cuesta Blanca y enterrado en Sanlúcar de Barrameda. Su propia mujer, Doña Ana de Panchito, recogió su cuerpo en el mismo lugar del crimen. La inducción del crimen está en una denuncia cuyo origen es la venganza de tipo personal. Esta misma mujer hizo muchos servicios por la democracia en tiempo de la dictadura exponiendo su vida. Protegió a los jóvenes líderes políticos de izquierdas, Cosme Mellado Caro y José Mellado Domenech cuando eran perseguidos.
- Francisco Mellado Naval, padre de Cosme Mellado. Trabajaba en la bodega de Florido Hermanos. Su hijo Cosme fue represaliado y estuvo a punto de morir fusilado. Con la llegada de la democracia llegó a ser concejal del Ayuntamiento. Murió en septiembre de 1999 tras una larga enfermedad. Una plaza de Chipiona lleva su nombre y un busto.
- Manuel Miranda de Sardi. Alcalde. Fusilado a la puerta de la casa de su hermana Francisca a pesar de haber evitado la quema del Santuario de Regla por las fuerzas populares. Fue hermano del poeta y teniente de alcalde de Cádiz, José Miranda de Sardi, quien también fue asesinado.
- José Mellado Bueno. Padre de José Mellado Domenech. Al parecer fue fusilado a la puerta del cementerio de El Puerto de Santa María y pudiera estar enterrado allí. La invención de un supuesto ultraje a la bandera le supuso la muerte. Su pecado fue el visitar al que fue gobernador civil de Cádiz, Eduardo Valera Valverde, íntimo amigo suyo, quien le prometió que en Chipiona no se iba a hacer represión. Su protagonismo era incómodo para los planes de los sublevados.
Con 70 años fueron fusilados Luis Query y Enrique Espinosa, dando los represores la prueba que no respetaban ni la edad. Otros nombres se suman a esta lista incompleta como Manuel Bolaños, Luis Castro, Santiago Query, Domingo Caro, Ricardo y Eduardo Pimentel, Tomás Soto, Manuel Peralta, Fernando Verdún, José Guisado, Antonio Soto... Sus familiares quieren que descansen en paz.

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